Pregón de Semana Santa, Quesada 2014



     
Reverendo padre D. Bartolomé Pérez Araque, cura párroco de iglesia de San Pedro y San Pablo de Quesada. Excelentísimo Señor Alcalde de Quesada, don Manuel Vallejo Laso. Ilustrísimos señores presidentes de las cofradías y hermanos cofrades de la ciudad  de Quesada. Un saludo muy especial a la cofradía del Santo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora del Mayor Dolor, que este año cumple el cuatrocientos sesenta aniversario de su fundación. 
Vamos a vivir dentro de unos días la Semana Santa.     Conmemoramos de este modo la Resurrección de Jesucristo, tras el desenlace final que tuvo en la Cruz como el último acto de su vida pública.
Cuando éramos pequeños y nos llevaban de la mano a la escuela y estudiábamos el catecismo, nos encontrábamos con una gran pregunta ¿Cuál es la insignia y señal del cristiano? La insignia y señal del cristiano es la Santa Cruz. La Cruz donde murió nuestro Señor Jesucristo, Dios reencarnado hombre. E inmediatamente nos hacíamos la siguiente reflexión: ¿Cómo puede ser que el Creador, el Todopoderoso, el que no tiene principio ni fin, aquel que es Espíritu Puro y que sólo es apreciable a través de la magnitud de sus obras, pueda morir en una cruz? Sí, fue posible; fue posible y necesario ante la ceguera por parte del hombre de ver la existencia viva de Dios en su alma. Para mostrarnos que estamos hechos a su imagen y semejanza y que habita en nuestro corazón. Fue posible para decirnos que el pecado tiene perdón, que no podemos seguir viviendo con esos sentimientos de culpa que coartan nuestra forma de actuar. Que ante un quebrantamiento de ley o las normas, de la índole que fuera, que absolutamente todo ser humano comete, es posible un arrepentimiento profundo y sincero cuya recompensa es el perdón y la paz. He ahí el motivo de la reencarnación de Dios como hombre en la persona de Jesucristo, hombre y hermano nuestro. Fue posible y necesario para darnos un lenguaje nuevo de la ley. Para cambiar el “ojo por ojo y diente por diente” por el “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Fue posible y necesario para cambiar el “ama a Dios y odia a tu enemigo” por el “ama a tu enemigo, bendice al que te maldice y ora por el que te persigue”.  Vino a nosotros para despertarnos a la realidad de que Él vive en el corazón de las personas que lo buscan.

Y ahí tenemos a la figura de Cristo, el ungido, que viene a implantar el Reino de Dios y se presta a iniciar su vida pública en aquella conocida  escena del bautismo que cuentan los evangelios, en el Jordán de manos del Bautista. Narran los cuatro evangelistas que descendió una paloma sobre Él, se abrieron los cielos y una voz dijo: “Tú eres mi hijo amado, en ti tengo puestas todas mis complacencias”. La escena  nos revela a Dios como Padre. Vemos cómo la  paternidad de Dios se nos muestra desde el mismo comienzo de la vida pública de Jesús.

Rara vez el Antiguo Testamento se refiere a Dios con la palabra Padre. Jesús, en cambio, hace de ella su designación favorita. Más aún, lo invocó como Abba, voz aramea que se traduce por confiada proximidad a Dios, un tratamiento demasiado atrevido y familiar para el judaísmo de aquella época. Jesús anuncia al Dios de las Escrituras, al Dios bíblico, pero también a un Dios diferente. No el Dios de justicia que bendice a los santos y maldice a los impíos, sino un Padre que se compadece de sus hijos, justos o injustos, y siente una inmensa preferencia por los  pobres y pecadores.

«Dios rico en misericordia» es el que Jesucristo nos ha revelado como Padre y nos lo ha hecho saber. Conocido es el pasaje evangélico en el que Felipe, uno de los doce, dirigiéndose a Cristo, le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta»; Jesús le respondió: ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mi ha visto al Padre

Jesús, desde que inicia el contacto con el pueblo, percibe el doloroso contraste existente entre la paternidad del Abba benevolente, y la cruel injusticia del mundo con sus hijos, que sufren y mueren sin esperanza. Predica la llegada del reino de Dios; las parábolas hablan de la proximidad de un nuevo cielo y una nueva tierra para los cansados y agobiados de este mundo. Un acontecimiento que se anticipa mediante los actos de Jesús con enfermos y pecadores, a unos los cura aliviándoles el dolor, a los otros los recibe en su mesa.

Jesús predica el nuevo reino, el renacer a una nueva vida, la reconversión de los hombres a la fe de Dios. Un reino que no es de este mundo (Juan, 18, 36-37)  pero vino a este mundo a instalarse en el corazón de los hombres.

El mundo es mundano y Dios no interviene en las obras de los hombres, porque los ha hecho libres para hacer el bien o para hacer el mal. Dios está en el corazón y en la voluntad de los hombres que lo buscan. El hombre hace el bien o hace el mal, según los dictados de su corazón donde se aloja su fe. Vemos cómo Jesús perdona los pecados, pero mediante la fe que muestra el arrepentido. Jesús cura a los enfermos, pero a todos los despacha de la misma manera: “tu fe te ha curado”. A la hermanas de Lázaro les dice lo mismo: “si verdaderamente creéis, si tenéis fe, resucitará”. Vivimos en Dios por medio de la fe.   

El reino de Dios se implanta en el mundo, pero va al corazón de los hombres que les induce al amor, al perdón y a las buenas obras; a la solidaridad, a la justicia, a la caridad y al compromiso con los más necesitados. Dios no interviene en las guerras, ni en la violencia, ni en las obras de los hombres, porque Dios no tiene manos. Dios tiene todas las manos de los hombres que viven el reino de Dios en su corazón.
Dios no intervino en el Huerto de los Olivos, ni en los últimos momentos amargos de la Cruz, porque Cristo vino a resucitar. Era necesaria la Resurrección para imbuirnos el Espíritu de Dios que debe reinar en el corazón de los hombres.

Esta es, queridos hermanos cofrades, la Semana Santa que vamos a conmemorar dentro de unos días.   

Por tanto he aquí la Pasión y la Cruz de Jesucristo. La Cruz que es la insignia y señal del cristiano, que nos enseñaron en el catecismo.

 Desde la historia real de la Pasión, narrada e interpretada por los cuatro evangelistas, dura y cruel, hasta la actualidad, este gran misterio no ha parado de asombrar a los hombres que con él se encuentran en el camino de su vida. Ese acto de salvación,  cumbre de todo asombro humano, ha adoptado figuras expresivas que se han ido transmitiendo en múltiples formas. En muchos es sólo palabra interior que se traduce en sentimientos, emociones,  pensamientos que se van hilvanando, acompasadamente, con el mismo ritmo del vivir. A veces, el drama de la Pasión,  se transmite con palabras pobres y sencillas en los labios de las madres, o con gestos elementales y cálidos en los rostros y en los ojos de los niños. Y cuántas veces, desde los primeros siglos de la era cristiana, ha resonado la Pasión de Jesucristo en los labios de los grandes o humildes predicadores, de los catequistas, en las homilías, o en los escritos de los teólogos, en los loas  y motetes de los cánticos monacales, en las revelaciones de los místicos y en la prosa de los maestros espirituales más refinados ¡Con cuánta conmoción!, no pocas veces, las mismas lágrimas han descrito  los misterios de la Pasión.

La Pasión del Señor ha sido representada o escenificada, siglo tras siglo, en la pintura, en la escultura, en la poesía y en el teatro. En el viacrucis de piedra o en las alegorías que cuelgan en desnudas paredes de las grandes catedrales o de las humildes iglesias de pueblo. O en ese otro viacrucis conmovedor y palpitante, representado por personas vivas, todavía hoy existente en algunos pueblos cristianos perseguidos. Ha sido interpretada con amor y emoción en las miniaturas de los manuscritos y en los grandes retablos de los artistas del Renacimiento y del Barroco. Los poetas y los literatos, los músicos, los orfebres y las bordadoras, los cineastas y los cantautores han impreso en su arte con primor y emoción los grandes misterios que envuelve la Pasión de Jesús. Unos captan mejor una escena, otros otra. Unos se fijan en algún detalle, para otros vale más el conjunto. Unos usan el pincel, otros la aguja. Unos interpretan con la gubia, otros con la cámara cinematográfica. Cada autor  contribuye con su creatividad específica a comprender mejor la belleza imponderable del Gran Misterio en su totalidad, para gozo de los hombres que lo contemplan.
  
Todas se quedan en el largo camino de la interpretación infinita y pretenden llegar al corazón, a la sensibilidad del hombre y tocar sus fibras más íntimamente humanas y cristianas, despertar la admiración, el agradecimiento y al amor a quien por nosotros ha sufrido el indecible martirio. Puede afirmarse que todo hombre es regenerado en el Huerto de los Olivos y en el Calvario; es hijo del dolor de la Redención. A este hombre nuevo, redimido y nacido en la Resurrección, se orientan las interpretaciones llevadas a cabo cada una en su propia época.

Desde los primeros años de la Cristiandad se viene conmemorando con fidelidad lo que se ha transmitido por medio del Evangelio. Es curioso el primer relato escrito en el siglo IV por una dama religiosa gallega, Egeria o Eteria, en el itinerario de su peregrinación que le llevó a recorrer gran parte de aquellos 80.000 kilómetros de calzadas romanas de un imperio que ya había entrado en pleno ocaso. Narra en sus páginas las ceremonias de fieles y clérigos que presenció en Jerusalén para revivir “in situ” la pasión y muerte de Cristo. Se leen, de los profetas, los pasajes que predijeron la Pasión del Señor, y se leen los Evangelios. En definitiva, aquí se nos cuenta cómo los fieles de la Iglesia de Jerusalén  intentan actualizar y revivir los misterios de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Es un hecho, conocido por todos y que me gustaría recordar, acaecido en aquella época, en el año 326, cuando fue hallada la Cruz de Cristo, en unas excavaciones llevadas a cabo en el monte Calvario, ordenadas por Santa Elena, madre del emperador Constantino. Desde entonces se instaura la Cruz como símbolo y señal del cristiano, que nos dice el catecismo y donde arranca la devoción al Cristo de la Santa Vera Cruz. 
El deseo de participar en el magno drama la Cruz, descrito en los Evangelios, era indudablemente sentido por toda la cristiandad, y empieza a brotar con pujanza en Occidente, a partir del siglo X.

A lo largo de la Edad Media, los Padres de la Iglesia favorecen la incorporación del canto y la música en la liturgia y reconocen el valor pedagógico y catequizante de la representación o puesta en escena de las verdades cristianas. El cristianismo medieval nos legó un drama litúrgico que abrió paso al teatro y a las representaciones religiosas del Renacimiento y el Barroco.

Vemos cómo para transmitir el mensaje de Cristo la Iglesia tiene necesidad del arte. De hecho, los temas religiosos son los más tratados en todas las épocas. Cómo se empobrecería el arte si se pasara por alto el filón inagotable del Evangelio.     
A partir del Concilio de Trento, en el XVI, en plena efervescencia de nuestro Siglo de Oro, hay un nuevo aire en la Iglesia. Nuevas órdenes religiosas salen a la luz y las existentes están en pleno período expansivo. Se da un empujón a la liturgia, a la frecuencia de los sacramentos, a los ejercicios de piedad; se fomentan las devociones populares, se revitaliza el culto a las imágenes, a los santos y a las  reliquias; Se aumentan las procesiones del Corpus Christi y surgen los autos sacramentales y las procesiones de  Semana Santa.
Es aquí, estimados hermanos cofrades, donde tiene sus raíces la Semana Santa de Quesada. A partir de aquí se han ido creando, una tras otra, las procesiones y las cofradías que hoy lucen con fervor y recogimiento las calles de esta histórica ciudad serrana de Quesada. La Semana Santa es una tradición de la manifestación popular de nuestra fe, que hemos de cuidar y fomentar para poderla transmitir a las generaciones venideras. Un pueblo que pierde sus tradiciones, pierde sus raíces, pierde su identidad, su personalidad y su razón de ser y se entrega sin pena ni gloria a veleidades ajenas y efímeras, que nada tienen que ver con unos valores consolidados, sólidos y firmes en los que se fundamentan toda una civilización y la cultura cristiana, creyente y no creyente.
Estimados hermanos cofrades, desde que se tiene conocimiento de la celebración de la Semana Santa, desde el concilio de Trento, como he dicho antes, que tiene lugar entre los años de  1.545 y 1.563, Quesada ocupa un lugar preponderante en la representación de la Pasión de Cristo.
Existen documentos fechados el 28 de noviembre del año 1.554, justamente en medio del debate conciliar,  por los que se crea la Hermandad de la Santa Vera Cruz en Quesada. Como podemos observar, estamos conmemorando el cuatrocientos sesenta aniversario de la fundación de la cofradía de la Santa Vera Cruz de Quesada. Felicidades Quesada, felicidades hermanos cofrades todos, especialmente a los componentes de esta cofradía y a la persona de su presidente, Joaquín Cruz.
Estimado Joaquín, tienes un gran reto por delante. Te han adjudicado llevar la responsabilidad de esta secular cofradía de Semana Santa. Los acontecimientos te han legado la custodia de una documentación, unos manuscritos que acreditan a la Vera Cruz, como la más antigua cofradía de nazarenos de Quesada y que se encuentra entre las dos o tres más antiguas de toda la provincia de Jaén. Es una preciada herencia que ha caído en las mejores manos en el momento oportuno: en poder de una persona, como tú, especialista en Historia Medieval, para seguir sacando a la luz datos inéditos para recomponer la historia y la tradición de esta antigua procesión del Crucificado. A través de ellos conocemos que su fundación tuvo lugar en la iglesia de la Purísima Concepción, popularmente conocida como del Hospital, en la fecha antes mencionada del 28 de noviembre de 1554. La cofradía tenía 26 capítulos y 200 hermanos. La procesión se hacía en Jueves Santo y se la conocía como “Procesión de Disciplina”. Que los penitentes vestían de blanco riguroso y ya eran conocidos popularmente como “los blancos”,  y que  llevaban velas o antorchas,”las candelas””. La hermandad estaba compuesta por personas muy humildes y a las mujeres les estaba vedada la pertenencia, aunque en caso de fallecimiento del marido tenían derecho a una remuneración económica. Que también solían acompañar al Cristo de la Vera Cruz los penitentes llamados “disciplinantes”, y que,  en contraposición de la vestimenta de “los blancos”, los disciplinantes vestían de negro, con capucha; la espalda descubierta para azotarse con el flagelo, su identidad no era revelada y era un secreto de por vida. No cabe duda que, desde todo punto de vista,  era una penitencia dolorosa y sangrante, por lo que estaba estipulado hacerse la cura de las heridas con un ungüento oleoso.
Durante los siglos XVI y XVII la cofradía se consolida y aumenta en fervor y en el número de hermanos. A la Cruz se le añade la figura del Crucificado. Una talla destruida en el año 1936 y que muchos especialistas atribuían al gran escultor jiennense, nacido en Alcalá la Real, Juan Martínez Montañés.
Al igual que en el resto de España, durante el Renacimiento y el Barroco, la figura de la Cruz y el Crucificado sobresale como preferente en la devoción de las procesiones de Semana Santa. Es rara la ciudad o comunidad cristiana que no cuente con su Cristo de la Vera Cruz. Los más destacados escultores, pintores, poetas y escritores le dedican lo más granado de sus creaciones artísticas o literarias a la insignia de la Cruz: Calderón de la Barca, Lope de Vega, Jiménez de Cisneros, San Juan de Ávila, San Ignacio de Loyola, Francisco de Osuna, Fray Luís de León, San Juan de la Cruz…, imposible seguir. Faltaría espacio
Quiero sacar una recreación poética que tiene por protagonista la insignia de la Cruz. Es ésta, cuya autora, es la gran santa abulense, Santa Teresa de Jesús, que en varias ocasiones recorrió caminos de nuestra provincia para visitar o fundar conventos de la orden carmelitana. Dice así:
        En la Cruz está la vida
         Y el consuelo
         Y ella sola es el camino
          Para el cielo
        Toma, alma mía la Cruz,
        Con gran consuelo, que ella es el camino
         Para el cielo

Sería considerablemente  laborioso y complicado entresacar siquiera una somera muestra representativa entre las mejores creaciones poéticas referidas a la Cruz. Pero no puedo sustraerme a la tentación de exponer una que está considerada como de las mejores poesías de lengua castellana, de autor anónimo, aunque su autoría, estudiosos literarios del género, la atribuyen indistintamente a San Juan de Ávila, al agustino Miguel de Guevara, a Antonio de Rojas, a la misma Santa Teresa de Jesús, incluso a Lope de Vega. Aunque, en mi opinión, yo veo en ella la expresión mística de nuestro gran santo Juan de la Cruz, muerto en Úbeda.
Dice así:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera

La Santa Vera Cruz de Quesada lleva procesionando su paso año tras año, casi cinco siglos, a excepción de aquella pausa de todos conocida, pero que no fue tal porque la procesión cada quesadeño la ha vivido y la vive por dentro. Uniéndose así al dolor de la Madre de Cristo, no en vano desde los primero años de la era cristiana la Virgen María ha estado presente en el pueblo de Quesada. Recordemos que fue San Isicio, uno de los varones apostólicos que acompañaron a Santiago Apóstol en la evangelización de la Península, quien nos legó la venerada imagen de la Virgen María: “Nuestra Señora de Tíscar”, coronada en 1954 Patrona de la ciudad de Quesada y de todo el Adelantado de Cazorla. Es por ello que en el año 1960,  la cofradía de la Santa Vera Cruz incorpora la imagen de la Virgen María en su desfile procesional del Viernes Santo: “Nuestra Señora del Mayor Dolor”. Se cumplía de este modo una secular aspiración de la cofradía,  que la madre Dolorosa de Cristo estuviera presente en el drama de la Cruz, como cuentan los Evangelios. Una tragedia que se inicia en el camino de la amargura, donde la virgen María sigue cada uno de los pasos de su hijo, observa impotente, desde el anonimato de la muchedumbre, cada uno de los insultos, de los bofetones, cada espina clavada, cada una de las caídas, cada gota de sangre derramada. Un camino que ya  irremisiblemente va a terminar en la Cruz.   
Quisiera recitar unos versos que reflejan la amargura y el estado anímico de una madre que ve cómo su hijo camina inexorablemente hacia la muerte en la Cruz. Es una composición literaria, un poema, llevado a la zarzuela por el gran maestro José Serrano. Y que hace brotar la admiración y el estupor desde lo más profundo del sentimiento humano. Dice así:

 La roca fría del Calvario
se oculta en negra nube.
Por un sendero solitario
la Virgen Madre sube.
Camina,
y es su cara morena
flor de azucena
que ha perdido el color.
Y en su pecho, lacerado,
se han clavado
las espinas del dolor.
Su cuerpo vacilante
se dobla al peso de la pena;
pero sigue adelante.
Camina,
y sus labios de hielo
besan el suelo,
donde brota una flor
en cada gota de sangre
derramada
por Jesús el Redentor.
Sombra peregrina,
emblema del amor hecho luz,
camina,
camina ligera
que el Hijo la espera
muerto en la Cruz.


 Desde una loma del sendero,
la Virgen, caminante,
ve la silueta del madero
y al Hijo agonizante.
Y llora
Su callado tormento
con un lamento
que no puede vencer.
Es el grito desgarrado
arrancado
a su carne de mujer.
Divina estrella,
sobre la huella
del humano dolor,
triste camina, camina llorosa
  la Madre Dolorosa
del Redentor.





Y finalmente llega al extremo del camino, donde Jesús ya está  colgado en el madero de la Cruz. A los pies, la Virgen María con sus incondicionales y con Juan Evangelista como representante de todo el género humano, según las propias palabras del Redentor: Mujer, he ahí a tu hijo. Y luego mirando a Juan, al discípulo amado, le dice: He ahí a tu madre.  

El gran poeta palentino, Gómez Manrique, al que muchos biógrafos señalan su nacimiento en nuestra vecina localidad serrana de Segura de la Sierra, tiene una obra: “Lamentaciones hechas para Semana Santa”, en la que dedica unos versos a la Virgen María, que revelan una sensibilidad fascinante precisamente en esos momentos duros, cruciales, del máximo dolor. Un dolor que sólo puede soportar una madre.  

Los voy a recitar, y con ellos doy por finalizado este pregón de Semana Santa. Se los ofrezco en nombre de todos a Nuestra Señora del Mayor Dolor. Dice así:

¡Ay dolor, dolor, dolor…,
por mi Hijo y mi Señor!

Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermanos, oíd
la gran desventura mía!
                        ¡Ay dolor…!

A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.
                        ¡Ay dolor…!

Decid, hombres que corréis
por la vida mundanal,
decidme si visto habéis
igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con gemidos,
si es que mejor no podéis.
                          ¡Ay dolor…!

Llorad conmigo, casadas;
llorad conmigo, doncellas,
Pues no veis las estrellas
Oscuras y antes bellas,
Mirad el templo partido,
La luna sin claridad,
Llorad conmigo, llorad
Un dolor tan compungido
                         ¡Ay dolor…!

 Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar cuyos pecados
mataron al Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi Redentor verdadero!
¡Cuídado!, ¿Cómo no muero
con tan extremo dolor?
                          ¡Ay dolor…!

Y finalizo mi intervención, con el final del poema. La oración del Evangelista, el discípulo amado de Jesús, compañero inseparable de María, en aquellos trágicos momentos al pie de la Cruz.

Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere mi Dios y mi amigo,
y muerta está mi alegría. 
Y si os dejan sin Hijo,
dejadme ser hijo vuestro.
¡Tendréis mucho más que amar,
aunque os amen mucho menos!


Pregón de feria de Pozo Alcón 2013


                        
Excelentísimo  señor alcalde, autoridades, amigos que me escucháis. Buenas noches a todos. Deseo la mayor felicidad a todos los que nos reunimos en estos días de Feria en esta bendita tierra en torno a nuestra Patrona, Santa Ana.
Creedme que cuando recibí el encargo de José Amador de ser el Pregonero de la Feria, me creó cierta intranquilidad y a punto estuve de decirle que no. Sentía que era un compromiso que no debía aceptar. No me veía subido aquí, hablando desde este balcón, porque qué decir después de tantos años diciendo cosas de vosotros y a vosotros en el periódico. De las noticias originadas con el vivir diario... De  todos los avatares políticos habidos en el Ayuntamiento, con plenos a veces interminables. De reportajes como los de la Romería de San Gregorio, tradicional y multitudinaria, con el Niño de la Bola y la Piedra de San Gregorio. De la Semana Santa con la originalidad de la Verónica. De la Comunidad de Regantes con su pantano y el cambio del sistema de Riego, una obra un tanto faraónica con origen en el siglo XIX, una de las más antiguas de España. De las rutas turísticas que tienen como centro neurálgico a Pozo Alcón. De los reportajes de Feria, de la verbena, del ferial, destacando especialmente lo más selecto de la belleza del pueblo, la Reina de la Feria y su corte de honor, guapísimas y que gozan de un lugar preferente en todas las actividades festivas.  De la sierra. De los negocios y la actividad comercial. Y de  tantas cosas que la lista sería interminable, como corresponde a un pueblo en marcha.
 ¿Qué rasgos de la sociedad poceña quedaban por desvelar?
Ya estaba todo dicho
Sin embargo enseguida descubrí que era una magnífica oportunidad, quizá irrepetible, de estar de nuevo con vosotros, pero esta vez en directo, cara a cara, sin los  moldes ni ajustes más o menos acomodables que exige una página de periódico. Gracias por tanto a la Comisión de Fiestas, a José Amador…a todos los que han hecho posible que yo esté hoy aquí hablando desde este balcón.
Y gracias sobre todo por confiar en mí. Sí, por fiaros de mí. Y permitidme la broma, porque no siempre la gente se ha fiado mí, porque luego el periodista va y lo “casca todo”.
Es así, con el trato directo, con el cara a cara, es como se desvelan matices, gestos, tonos, semblantes…, que van dibujando la verdadera naturaleza del ser humano y que de ninguna manera es posible imprimir en una hoja de periódico.  Ha sido con el contacto del día a día, el más enriquecedor, el que a mí me ha permitido ir perfilando la auténtica personalidad del ser poceño: sentir el palpitar de sus inquietudes, vivir y disfrutar con su contagiosa alegría, compartir la ilusión de sus anhelos, volar en la fantasía de sus sueños, y llorar en la intimidad sus amarguras.
Todo empezó en un encuentro que tuve la primera vez que yo vine a este pueblo, en un día de visita muchos años antes de ser destinado definitivamente al instituto. Era allá por los primeros años de la década de 1960, hace cincuenta años. No siempre es fácil contener las emociones ni dominar los impulsos,  al volver la vista atrás cincuenta años... Volver
 Volver…
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.

Sentir
que es un soplo la vida
que cincuenta años no es nada
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.

Vivir
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez
Cincuenta años…Hasta entonces yo a Pozo Alcón sólo lo conocía en el mapa. Era una época heroica, en la que para llegar aquí era necesario un tanque, más o menos, para transitar por la carretera del Puerto de Tíscar. La agricultura, en pleno apogeo, todavía se hacía a músculo, tanto de personas como de animales. Los cortijos se veían habitados y en plena producción. La sierra era una fuente de recursos. Los arrieros comerciaban los más variados productos autóctonos hasta más allá de los límites de las provincias de Jaén y Granada. El pueblo hervía en actividad y posiblemente el número de habitantes se acercaba al doble del actual censo. Estábamos en España en pleno apogeo de la emigración, sobre todo en el Sur. Y el urbanismo, también hay que decirlo, no era precisamente muy decoroso, con calles sin asfaltar y fachadas bastantes deprimentes.
Este fue el escenario del Pozo Alcón que descubrí aquel día de mi llegada. Y, como seguidamente pude comprobar, se trataba de gentes activas, negociantes, arriesgadas, comprometidos con la vida. Adiviné que era un mundo nuevo para mí, una faceta distinta de nuestra provincia, a cuya capital siempre se ha visto y se ha sentido tan lejana de esta tierra.
Recuerdo, cómo olvidarlo, que vine con un amigo mío y su padre que conducía un Seat 600 de la época, cuando los coches podían contarse con los dedos de una mano, cuando para comprar un automóvil nuevo había que solicitarlo y a veces tardaban más de un año en concedértelo.
Pues bien, después de vivir la aventura del Puerto de Tíscar, llegamos felizmente al Pozo y dejamos el coche ahí enfrente, en la esquina de la ferretería de Pepe. Al otro lado, la Iglesia, la primitiva de toda la vida y en la puerta un grupo, un corrillo, de hombres observaba con interés la escena de la llegada del automóvil y sus ocupantes. Hasta tal punto les llamó la atención que pronto se dirigieron al conductor para que les vendiera el coche. E insistían denodadamente para conseguir el objetivo.
Algo insólito, quién lo iba a pensar, ¿cómo se podía cerrar un trato con esa rapidez?, ¿cómo íbamos a volver a Úbeda?
La porfía cesó en vista de un empeño imposible y pronto se hizo la hora de comer. Nos indicaron una casa que estaba por la calle Monge o sus alrededores, no recuerdo bien. Nos pusieron un potaje de habichuelas con chorizo que sabía a gloria bendita y dos huevos fritos de gallina de corral, con un sabor, como no los he vuelto a comer en mi vida. Como sobremesa nos acomodamos en torno al fogón de la chimenea. Tanto le celebramos la comida que llamaron a una familia vecina, que tenía cosecha,  y nos vendieron tres celemines de habichuelas y un par de pollos cortijeros, vivos, que nos llevamos cacareando cogidos de las patas con la cabeza para bajo.
¡Ah…! Se me olvidaba, para postre nos endilgaron dos décimos de lotería.
Si no nos vamos nos venden hasta el reloj de la Torre.
No teníamos máquina de fotos. Ni por asomo pensé que alguna vez tendría yo nada que ver con un periódico, pero la impronta captada aquel día aún permanece con el mayor cariño en lo más profundo de mi corazón.
Veinte años más tarde, en 1981, tuve la oportunidad de haber venido a vivir a Pozo Alcón. Me propusieron abrir aquí la sección del instituto de Úbeda que ese año se implantaba. No acepté porque por entonces mi situación familiar y la dificultad de la comunicación viaria no lo hicieron posible. Fue ya en 1985 cuando obligatoriamente por resolución del concurso de traslados me adjudicaron en el instituto de Pozo Alcón la plaza de Maestro de Taller de Electricidad, de aquella Formación Profesional que ya había entrado en fase de extinción, y también me hice cargo de la asignatura de Tecnología en el nuevo sistema de Reforma de las Enseñanzas Medias.
No sospeché nunca la variedad y riqueza de acontecimientos que me estaban esperando, no sólo en el instituto, enfrascado en todo el proceso de Reforma de la Enseñanza, sino más aún en la labor periodística que poco después empecé a desarrollar.
Rápidamente quedé involucrado en el dinamismo que caracteriza a las personas de este pueblo y con un alumnado predispuesto a descubrir y a poner a prueba sus propias facultades 
Creo que llegué al pueblo adecuado en el momento oportuno.
No voy a entrar en la exposición de mi labor docente en el período que estuve al frente de mis funciones hasta mi jubilación. Sólo decir escuetamente que puse en ello todo mi empeño en transmitir mi mejor saber-hacer. Fueron muchos los cursos en los que la totalidad de los alumnos procedentes de Primaria pasaron por mi aula y taller. Muchos de ellos hoy aquí presentes. Quizá sean ellos quienes puedan emitir alguna opinión más detallada. En cuanto a mis compañeros debo celebrar el exquisito trato que siempre mantuvimos  hasta el mismo día de aquella inolvidable despedida. Eso sí, pedirles perdón por mi impertinente lucha para que dejaran de fumar en el centro.
En cambio sí quiero dedicar algunas líneas para recordar otras actividades extraacadémicas que despertaron gran atracción entre el alumnado, como las inolvidables y enriquecedoras excursiones de Naturaleza, al Cabañas, a la Bolera, Peralta.  Y, sobre todo, aquellos festivales organizados con el fin de recaudar fondos para realizar el Viaje Fin de Curso. Fue impresionante la acogida que tuvo tan favorable en aquellos chicos y chicas y el nivel de participación como protagonistas e intérpretes en espectáculos de cara al público. Supuso una tarea que encajaba perfectamente en el perfil de unos adolescentes resueltos y valientes, ávidos de experiencias nuevas, que desvelaban quizá facultades escondidas de la clásica personalidad poceña, inquieta y decidida. Fue un verdadero torbellino en la imaginación y en la inventiva que fructificaba, tras laboriosos ensayos, en forma de conciertos de Play Back, desfiles de modelos, en sainetes escritos por algún profesor de Lengua, rifas, concursos y todo aquello que tuviera algún cariz recaudatorio. Locales como la Génesis de Ángel Escámez, la desaparecida Escorpio de Andrés Monge o la Discoteca Nilo fueron el marco de muchos de aquellos acontecimientos. Actuaciones que también nos permitíamos la satisfacción de exportarlas a escenarios de localidades próximas, como Cuevas del Campo, Zújar, Baza, Campocámara...y que durante varios años nos permitieron fondos suficientes  para viajar a la Costa Brava a Mallorca y a Lisboa.
Pero como el don de la ubicuidad no se encuentra entre mis facultades, tuve que dejar aquella ocupación extraescolar para ocuparme de la corresponsalía de Diario JAÉN en Pozo Alcón, que desde entonces me iba a ocupar prácticamente todo mi tiempo libre
Aquí tampoco me voy a dedicar a reeditar noticias que ya fueron publicadas, ni voy a mencionar nombres de personas ni de partidos políticos que en su día ya tuvieron su éxito como estrellas, ahora el protagonismo es del pueblo, mi pueblo porque así lo siento, en su Feria y Fiestas de Santa Ana.
Sí voy a destacar algunos aspectos adyacentes que ilustran la elaboración de la noticia. Quiero incidir en la envoltura, en la forma, quizá en la anécdota, antes que en el contenido serio y riguroso de lo ya conocido y publicado.
La primera noticia sale en el periódico el día 22 de julio de 1991, precio del ejemplar 80 pesetas, 48 céntimos de euro aproximadamente.  Se trataba del Campeonato de las 24 horas de Futbol Sala, “Futbito”, en el que queda campeón el equipo local “Los Marchosos”  que se lleva un premio en metálico de cuarenta mil pesetas, el segundo puesto es para el Bailen y el tercero para Huéscar. Era la segunda edición del trofeo, hoy continúa por la número 23.
Aquella noticia la tuve que realizar un poco atropelladamente. Acababa de llegar al periódico de la mano de Juan Vicente Córcoles, un compañero del instituto, profesor de Geografía e Historia, que aquel año abandonaba el centro y había estado desempeñando el puesto de corresponsal de Diario JAËN. Fuimos y me presentó al director quien me pidió una noticia para ¡ya!, “¡para ayer!”, como suele decirse en el argot periodístico cuando algo corre mucha prisa. Me cogió de sorpresa. Llegué al Pozo y no tenía ni máquina de escribir; de ordenador… qué decir, dudo que hubiera alguno en todo el pueblo. Tuve que escribir la noticia a mano en un papel y con bolígrafo. Este mismo método tuve que emplearlo las dos o tres primeras veces. Otra cuestión, no sencilla, y que duró varios años, era hace llegar la noticia a la redacción del periódico, que debían estar a primera hora del día siguiente. El fax era algo desconocido, aunque no tardó en aparecer y  el internet estaba todavía bastante lejano. El sistema empleado era entregar el encargo al conductor del coche de línea, Muñoz Amezcua, que salía para Jaén a las seis y diez de la mañana. Francisco Cruz, ya fallecido, era el conductor habitual. Una vez en Jaén un equipo de mensajeros del periódico llevaba los distintos encargos de los corresponsales a Redacción. La aparición del fax abrevió “mágicamente” este procedimiento, aunque no servía para enviar fotos, que siguió con el procedimiento del coche de línea, hasta que unos años más tarde se generalizó el uso de internet.   
Quiero referirme ahora a una noticia que considero fue la más impactante y la que ha tenido mayor repercusión de todas las publicadas hasta ahora. El día 24 de diciembre de 1991, día de noche buena y quizá como “regalo” de Navidad, sale en la portada de Diario JAËN una noticia con el siguiente titular:
Pozo Alcón plantea integrarse en la provincia de Granada.
El titular se complementa con un amplio resumen del acuerdo del pleno aprobado por mayoría absoluta de siete concejales. Hay unas declaraciones, entre otras, del portavoz del grupo que presenta la moción en las que califica de “intolerable” la actitud de las instituciones de aplazar por enésima vez la construcción de la carretera Comarcal 323 Villacarrillo-Huércal Overa, la única que nos une con la provincia. Manifiesta que “sería enormemente beneficiosa para toda la comarca, la incorporación del municipio a Granada”.
En las páginas de interior, la sección dedicada a provincia, abría igualmente con un titular parecido, acompañado de foto del portavoz con amplia y detallada información, en la que se habla de “aislamiento”, “abandono”, y se amenaza con movilizaciones  y de solicitar la integración del municipio a la provincia de Granada.
Recuerdo que aquel pleno se desarrolló con total normalidad, aunque en el ambiente reinaba una frustración general por la negativa de las instituciones para llevar a cabo las obras de la carretera.  
La noche antes de la publicación, a las once de la noche, a punto de cerrar la edición del periódico, recibo una llamada del redactor jefe:
  Manolo ¿es cierto todo lo que dices en la noticia?
  Sí, claro cómo no
  ¿Lo puedes demostrar? ¿Lo tienes suficientemente documentado?
  Lo tengo todo grabado. No hay ningún problema.
  Está bien. La noticia es una bomba. Mañana sale en la portada. Hay que estar preparado. Tenemos a todos los medios de comunicación encima.
No pude pegar el ojo. No se me había presentado una situación semejante en el poco tiempo que llevaba.  Soñaba con mil formas diferentes de cómo sería la portada
A la mañana siguiente no pude entrar en el Ayuntamiento, los medios de comunicación lo habían tomado. Las comunicaciones telefónicas con el exterior estaban colapsadas. La repercusión fue a nivel nacional
Lo que siguió a todo aquello es bastante conocido: Implicación de todos los pueblos de la comarca. Varios años de debate y combate.  Reuniones rotativas de los alcaldes por los pueblos, viajes a Sevilla. La venida a Pozo Alcón del presidente Chaves para calmar los ánimos. Hasta que al final, ahí la tenemos, una carretera de nuevo trazado alternativa a la de Tíscar.
No puedo dejar de mencionar una noticia relativa a la Enseñanza y que acaparó la atención, al menos, de la Comunidad Andaluza, me refiero al premio Euroscola, conseguido por un grupo de alumnos del Instituto, que los hizo viajar nada más y nada menos que al mismísimo Parlamento Europeo de Estrasburgo, donde asistimos a una asamblea plenaria para exponer el trabajo premiado: una edición digital, ilustrada, de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Y de paso nos permitió estar una semana visitando algunas ciudades francesas.    
Y ahora, quiero rendir homenaje a un hombre que ya no está entre nosotros. Entró a trabajar al servicio del pueblo, aquí en el Ayuntamiento, en el año 1940. (Son datos de una entrevista y por lo tanto publicada) Su sueldo era de diez pesetas diarias, cuando sólo el pan nuestro de cada día le costaba veinte pesetas (tenía ocho hijos) Se llamaba José María Quesada Sánchez. Hoy tengo algo en común con él, aunque con una gran diferencia. Yo soy el último Pregonero, un título me va a durar sólo un año, porque el año que viene será otro. José María Quesada Sánchez fue el último pregonero. De aquellos de los de voz en grito, que pregonaban a viva voz por las esquinas y cuyo título permanecerá con él para siempre en el tiempo. El último Pregonero de Pozo Alcón. Heredó de su antecesor, Francisco Expósito Calleja, dos uniformes, uno de invierno y otro de verano, con dos filas de botones dorados, una gorra de plato con las iniciales V.P. Voz Pública y la preceptiva trompeta, aunque a ésta no le hizo mucho caso, pues siempre presumió de tener buena voz. Los puntos donde paraba a informar eran siempre los mismos: la calle La Higuera (actualmente calle Tosca), la calle Los Lucios (actualmente Avda. del Fontanar) , el Barranco, la  Placeta del Santo, la puerta del Tío Fiera (esquina de la calle Lérida), el cruce de la carretera de Jaén y detrás de la torre del Reloj.  En aquella larga entrevista, cuando ya tenía ochenta años y una voz temblorosa, me hizo un pregón de los suyos, cuyo tono, obviamente, no pude transcribir. Hoy, gracias a esta tribuna privilegiada de Pregonero, quiero hacerle este humilde homenaje póstumo y complacerle en aquél deseo suyo de entonar su pregón: Va por ti, José María, allá donde estés, que no puede ser otro sitio que la Gloria:
¡¡¡ Por orden del señor alcalde se hace saber…a todos los regantes de Pozo Alcón, Hinojares y Zújar… Que mañana se podrá regar toda la superficie con derecho a riego de Primavera…Y al que se le pase el turno de riego, no podrá regar hasta la tanda siguiente…Y el que se cuele de la superficie será denunciado al Jurado de Riegos para que le impongan la sanción correspondiente!!!
Tampoco es fácil de imprimir las sensaciones que emanan de las vivencias en la Sierra, que siente todo aquel que anda por sus sendas, contempla sus insólitos parajes y admira su flora y su fauna. Dos años en Cazorla hicieron enamorarme de ella, veinte años en Pozo Alcón me han hecho vivirla en plenitud. Curioso, dos pueblos unidos o separados por la Sierra, no lo sé. Lo cierto es que ella es mi pasión. En la Sierra he tenido vivencias muy gratificantes,  he descubierto rincones insospechados, me he fatigado por llegar a metas imposibles, me han sorprendido tormentas atronadoras, he pasado noches cobijado entre las rocas, he superado miedos insufribles y he disfrutado la libertad que sólo la soledad te puede dar, sin más límites que el cielo el Sol y la Luna.   
Por este tiempo, en verano, en período seco, la recogida de ese liquen parásito de los pinos, la Usnea Barbata o Barba de Capuchino al que los serranos, que son sabios poniendo nombres, le llaman La Pelusa, estaba en todo su apogeo. Varias cuadrillas, a cargo de José Novaliche, pasaban la temporada en la sierra afanados ardorosamente en ese cometido. Llevaban sus víveres, útiles y animales de carga  Establecían el centro de operaciones en algunas de esas encantadoras casas forestales situadas en parajes idílicos, como la Cañada de las Fuentes, en el Nacimiento. Nava del Espino, Fuente Acero, Fuente Segura. En más de una ocasión les he acompañado en misión de reportero. De día he seguido sus sendas y a la noche, en torno a unas brasas, he participado en sus tertulias a la luz de un candil.
Vivencias, junto a otras, que bien iba buscando o me salían al paso y que he ido acumulando documentalmente. Aunque tenía como más importante la necesidad de  guardarlas en ese archivo personal blindado que traspasa la mochila y que llevamos en lo más profundo del conocimiento para disponer de él en un futuro que veía todavía lejano.
Ha sido una etapa de mi vida que reniego a contemplarla en pasado. Pero inexorablemente el tiempo pasa y pesan los años. Las precauciones ante un accidente en solitario se extreman, la meteorología adversa aparece ya como una barrera casi insalvable, dormir a la intemperie teniendo por cabecera una piedra te parece una locura… Las circunstancias son otras; y, sobre todo, pesa el condicionante de que la familia… es la familia.
La historia no se repite, se cuenta y sobre todo aporta experiencia y madurez
Ahora veo con una gran satisfacción y sigo con enorme  interés todo lo que se publica de la Sierra, en esa magnífica página web de los “Amigo de la Sierra del Pozo” que vio la luz gracias a su administrador, Francisco Cruz, Paco el Chapista, KRANKER, el gran KRANKER que ha  revolucionado todo el universo internauta del montañismo. Sigo sus rutas organizadas descubriendo con ellos otros parajes nuevos para mí, porque la variedad es inagotable y ha logrado involucrar a montañeros de toda España que elogian las características geográficas para practicar todo tipo de deportes de montaña. Vemos cómo surgen, a imitación suya, “Amigos de Sierras” de toda la Península. Los Amigos de la Sierra del Pozo, a donde tengo el orgullo de pertenecer, es una referencia obligada para el amante del mundo del senderismo. Y muy bien puede ser un ejemplo de qué  hacer para promocionar y dar a conocer las rutas turísticas que tienen como centro neurálgico a Pozo Alcón. Rutas que se dirigen hacia los cuatro puntos cardinales, entre ellas quiero mencionar la que llega hasta las Sequoias centenarias de la Losa, vía Castril y pantano de San Clemente. O la de Jabalcón, Negratín, Baños de Zíujar. O la de  Hinojares, Chillar, Castellones de Ceal. O la de la Cueva del Agua, Tíscar y Quesada. Pero para ello hay que asumir y creérnoslo de que Pozo Alcón es el centro neurálgico.
Amigos, voy a ir terminando, pero antes no puedo dejar de mencionar una ruta que no tiene nada que ver con las anteriores, quizá no del todo conocida, que está muy vinculada a Pozo Alcón y que no tengo la menor duda que en su día tendrá un futuro espléndido. A mí me hizo vivir la experiencia más maravillosa de mi vida. Me refiero a la Vía del Sureste, que parte desde Tíscar con dirección a Santiago de Compostela.  Es un camino de peregrinación jacobeo, diseñado y preparado desde aquí y desde aquí se inició a pie participando un grupo de personas, alguna de ellas presente ahora aquí, y algunas también de este pueblo.
Es una vía que  pretende fomentar las peregrinaciones desde esta parte del Sureste de la Península a Santiago de Compostela, pero dando relevancia a todo lo nuestro, descubriendo y redescubriendo puntos, lugares de inusitado interés desde cualquier punto de vista que se mire: histórico, cultural, monumental, de naturaleza… Resaltaré los más importantes: Tíscar, Quesada, las ciudades patrimonio de Úbeda y Baeza, la monumental Baños de la Encina, Sierra Morena, la Virgen de la Cabeza, Santuario de la Virgen de Guadalupe, Monasterio de Yuste, Valle del Jerte, hasta enlazar con la conocida Vía de la Plata y posteriormente con el Camino Francés, en Astorga. Todo esto está documentado y son realidades que están ahí, aletargadas, esperando su reactivación en la que la juventud tiene mucho que decir.
Y no quiero terminar sin decir algo a la juventud, a nuestros hijos, que están sufriendo una dura crisis. Una crisis que la padecemos todos.  Mirad, siempre ha habido crisis, preguntad a vuestros padres, preguntad a vuestros abuelos. Se repiten con bastante frecuencia y afectan a todos los órdenes de la vida. Desde que tengo uso de razón es una palabra que he oído periódicamente.  Las crisis se superan con recursos. La principal fuente de recursos está aquí, en la cabeza. Las dificultades agudizan el ingenio. No tengamos la menor duda, saldremos de la crisis, como siempre se ha salido; y en nuestro tiempo con un hoyo de pan y aceite. Miremos a nuestro alrededor, veamos qué materias primas tenemos, busquemos de qué realidades partimos y pongamos a trabajar las neuronas. No las dejemos ociosas porque ese es el peor de los males para los humanos, jóvenes y viejos. Busquemos, proyectemos, innovemos sin miedo al fracaso, rompamos moldes si es preciso. No estamos ante el abismo, estamos ante una nueva etapa de la evolución del ser humano, tan frecuente como precisa, como las que se han ido sucediendo desde que el Cromañón habitaba en las cavernas.  
Os voy a decir algo, una frase, que tenía como lema un gran presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Rooselbert, y que seguramente todos conocéis, “sólo hay que tenerle miedo al miedo”. Con esa convicción le hizo frente a aquella crisis demoledora: la gran depresión, el crack de 1929 que desembocó en la segunda guerra mundial. El único presidente que ha sido elegido en cuatro legislaturas.
Os digo otra más, son unos versos sacados del Cántico espiritual de ese gran místico precisamente muerto en Úbeda, San Juan de la Cruz:
 Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas Ni cogeré las flores, ni temeré a las fieras y pasaré fuertes y fronteras.
Bien, me despido. Me despido dándoos las gracias por algo os he ido cogiendo poco a poco durante quince años. Unas veces me lo habéis dado de buena gana, otras veces de no tan buena gana y otras os lo he cogido sin que os dierais. Se trata de la obra periodística que tengo de Pozo Alcón. Os doy las gracias por ella. Ya sé que quince años en la vida de un pueblo es una insignificancia, una minucia. En la vida de una persona es una profunda huella.
Y Ahora nos vamos. La Feria nos espera.
 Decid conmigo:
¡¡VIVA SANTA ANA!!  ¡¡VIVA POZO ALCÓN!!