Reflexiones con mochila, 1


                        Los miércoles, macuto (1)

Los miércoles me dedico a patear, mochila a la espalda, por la sierra; por lo general sitios de inigualable belleza, que me despertaron a una desconocida sensibilidad y donde quedaron anclados mis sentimientos. Lugares que un día recorrí y me prometí procurar no olvidarlos jamás. Ahora recupero aquellas vivencias que fui guardando, plenamente consciente de la singularidad del paisaje y del momento, en ese ordenador portátil que llevamos encima de los hombros, con la viva esperanza de un día, con la madurez y el sosiego que otorgan los años cumplidos, sacar a la luz controversias conmigo mismo, conclusiones no finiquitadas, incógnitas surgidas tras la resolución de otras, horizontes lejanos que aparecen más allá de los que acabas de alcanzar, novedades inmaculadas que pronto  se tornan mancilladas, dudas eternas que has ido aparcando aún sin despejar.  Interiorizaba mis reflexiones en aquella soledad voluntariamente impuesta, exactamente igual a la de ahora: una reincidente caminata que te deja el cuerpo muy próximo a la extenuación y pone a las neuronas cavilando al rojo vivo. Con esa facha (tómese el término taxativamente con la definición del diccionario y no con la que tú y yo estamos pensando, tan del regusto de los de siempre) y con ese bagaje en el morral, me abandono de sol a sol en mi paraíso serrano, acompasado por el rumor del aire que silba en las acículas de los pinos.
El pasado día veintidós de noviembre se cumplieron los cincuenta años de la muerte del presidente Kennedy. Llevaba este recordatorio en mi excursión del miércoles de esa semana en el zurrón. Cincuenta “añazos” ya; cómo pasa el tiempo.  Recuerdo que fue en la portada del ABC en el quiosco de la esquina donde vi aquella impactante noticia cuando me dirigía al trabajo. No pude detenerme mucho, eran ya las ocho de la mañana y tenía que fichar. A la salida quedé enterado de todo lo que se sabía después de algo más de veinticuatro horas del suceso, que tampoco era mucho.

Todos los acontecimientos políticos me interesaban sobremanera en aquel tiempo. Era una auténtica adicción que venía arrastrando desde los tiempos de la SAFA y que compartía, principalmente, con mi amigo Maldonado Prenafeta, el mayor de los dos hermanos, cuyo nombre no recuerdo. Al ser yo externo podía seguir las noticias en la radio de mi casa, algo imposible para él. A las tres de la tarde y diez de la noche estaba siempre con la oreja puesta en el Telefunken, un armatoste de radio con “ojo mágico y ocho lámparas”. No sabía exactamente qué significaba todo  eso, pero dicho con cierta soltura impresionaba. El “parte” siempre acababa de la misma manera, con el cornetín de órdenes, a estilo cuartel, y los preceptivos “Viva  Franco y Arriba España” seguidos del Himno Nacional.  Con ese sistema estábamos al día de la política internacional, sabiendo todos los dirigentes de las naciones del mundo y seguimos al pie de la letra la Guerra del Sinaí y la nacionalización por Egipto del Canal de Suez, en 1956.
Seguirá

Reflexiones con mochila, 2



Los miércoles, macuto (2)

Como iba diciendo, con mi amigo Juan Maldonado compartía la afinidad del delirio por la política y casi ninguna más. Al menos no lo recuerdo participando activamente en la otra gran pasión que sentí: el deporte, donde la coincidencia era mayor con otros compañeros. Estábamos agrupados en equipos. Yo pertenecía a los Cruzados, que lideraba Juan Cabrerizo Turón y recuerdo que dábamos sopas con honda (perdón por la inmodestia, pero era cierto) a Javieres, Loyolas y hasta al mismísimo potito que se presentara. Aunque en nuestro argot de compañeros, y para ponerle cara a los contrincantes, estaban rebautizados como: los bermúdez, los ballestas, los berzosas….
Un destino largamente acariciado me llevó al equipo titular de fútbol; pero la ausencia en entrenamientos imprevistos, dada mi situación de externo, no estaba justificada y fui sustituido por Quini, un hecho que me costó noches de insomnio y largas pesadillas; en cambio, en las pruebas de atletismo, el éxito o la derrota era una cuestión puramente personal.

Los recreos de la tarde transcurrían ocupados en el desarrollo de aquellas expectantes liguillas, en campos de deportes un tanto áridos y polvorientos. Se nos hacían un poco largos, hasta ver llegar a los encargados de la merienda con la talega del pan y la caja de queso americano, un lácteo foráneo que terminó eliminando al autóctono y apreciado pan de higo.
Los días de nieve, aunque muy excepcionalmente, nos quedábamos en clase, donde tenía por vecinos de pupitre a Gabriel Martínez Cardosa, Paco Molino y Manuel Rojo, excelentes comunicadores (a hurtadillas) e inmejorables compañeros, en ocasiones comprometidas. El padre Galofré, de triste recuerdo para mí, dotado de una especial versatilidad y un pragmatismo tal que lo mismo le predisponía a cantar misa (cosa que no llegó a hacer) que a vender ollas a presión, nos contaba batallitas, entre las que tenía predilección por Pescadita; una labor en la que se desenvolvía con la misma soltura que, cámara en ristre, hacía fotos cual contumaz aprendiz de reportero de las más llamativas eventualidades de cualquier momento dado con su vieja e inseparable máquina con flax de cazoleta.  

Corría el año 1957, el cual marca el último de mi estancia en la Safa y el primero de mis estudios en la Escuela de Maestría Industrial de Úbeda. Un cambio de centro educativo motivado por una acción, un tanto arbitraria del padre Galofré que, aún hoy, no le he encontrado explicación alguna a la causa que le llevó a ese proceder, una de esas incógnitas que suele acompañar a algunas personas hasta la tumba. Trataré de resumir: cierto es que Galofré era proclive a rodearse de un contado número de alumnos, cierto también que no conseguía disimular el rechazo que sentía por otros. Yo estaba en el segundo grupo y así lo hizo patente a lo largo de dos años. Al final, un mes antes de los exámenes de fin de curso, me lanzó la sentencia: “En todas aquellas asignaturas, que yo forme parte del tribunal, te voy a suspender”. Lo cumplió a pie juntillas, llegué a mi casa con siete suspensos. Además, no se conformó con eso, en el boletín de notas añadió la siguiente coletilla: Debido a su mala conducta, no podrá pasar a Profesionales.
El drama en mi casa fue indescriptible

Seguiirá

Referéndum en Cataluña - un NO preconcebido


                 

 Referéndum en Cataluña, un NO preconcebido

Todo hace pensar que el referéndum anunciado por el gobierno catalán no se va a celebrar, no lo contempla la ley. Así lo ha manifestado el presidente del Ejecutivo central, que es la máxima autoridad de ese órgano encargado de hacer cumplir las leyes en toda España. Claro que, cuando uno ve a los responsables del proyecto separatista y oye sus declaraciones, le entra la duda. Quién sabe si al final, éstos últimos, se llevarán el gato al agua; las leyes tienen muchos recovecos y se le pueden dar muchas vueltas. A éste respecto hay casos palpables de verdadera “ingeniería” legislativa y judicial. Vaya por delante que defiendo y respeto la libertad de cada individuo y la de la colectividad a la que pertenece a elegir su modo de vida sin más límite que el respeto a la Ley.
Vivo con alguna tristeza y preocupación todo este proceso. Es mucho lo que me ha ligado y me liga a Cataluña y no me gustaría que apareciera ante mí mucho más diferente a como la conocí. Llegué en 1963 y estuve viviendo siete años. Trabajé en centrales hidroeléctricas del Pirineo, donde el “teatro de operaciones”  se desarrollaba por lugares de una belleza desconocida: Valle de Arán, Aigüestortes, Bohí, Sort, Llavorsí, el Noguera Pallaresa, Tremp, Pobla de Segur y un sinnúmero de pueblecitos perdidos en aquellos valles nevados casi permanentemente. Lugares todos de la provincia de Lérida, donde quedé “enganchado” con la Naturaleza.

En Tarragona participé en el montaje de la central de Riba Roja y más tarde en la nuclear de Ascó, ambas en el tramo de los últimos cien kilómetros del Ebro. En cambio, las estancias en Barcelona estaban más relacionadas con el descanso y el ocio. La Cabaña del Tío Tom, Papagayo, Pasapoga, Niza, La Pérgola, Panam´s, son sitios que en viajes recientes no he logrado dar con ellos.
Al final terminé casándome con una catalana y una de mis hijas también lo es.

Sería muy triste llegar al extremo de tener que exhibir un pasaporte para poder entrar en Cataluña. La independencia traerá el pasaporte, puesto que sería un estado nuevo, no acogido a los acuerdos de la Unión. Entre estos acuerdos figura el de la libre circulación de personas y mercancías.
También cabe la posibilidad, caso de llevarse a cabo el escrutinio, de que el resultado de la pregunta sea un “no”. Algo que, al menos yo, pienso que va a ocurrir. Así me lo ha jurado la bruja de guardia, una vez invocada la bola de cristal.

Veamos: La fecha elegida para la consulta es el nueve de noviembre de 2014. Y aquí atentos a las palabras nueve y noviembre, en catalán nou y novembre. Ambas empiezan por NO. No contienen ni una sola “ese” ni una sola “i”. Un imposible.

Es una regla que se cumplió cuando se sometió a votación la aprobación de la Constitución Española, un seis de diciembre. Entre ambas palabras suman dos eses y tres íes. SÍ, fue el resultado. En ambas palabras no existe ni una sola N, ni una sola O. Un NO imposible

 

Manuel Almagro Chinchilla

Felicitación desde el Apolo 8


                               Felicitaciones  lunares

Traigo hoy en la mochila el recuerdo de unas felicitaciones de Navidad que me llegaron desde la cara oculta de la Luna; hace, exactamente por estas fechas, la nada despreciable cantidad de  tiempo de cuarenta y cinco años, casi medio siglo.
Acababa de entrar a trabajar en la NASA. Sí, en la National Aernautics and Space Administratión. Desarrollaba mis funciones en la Estación Espacial de ­­­Robledo de Chavela (Madrid) Un complejo con tres instalaciones: una en el propio Robledo, otra en Cebreros (Ávila) y la otra en Fresnedillas de la Oliva, también, como la primera, en la provincia de Madrid. Cada una de ellas con sus antenas específicas, ya que tenían asignadas misiones diferentes. Yo trabajaba en la de Fresnedillas, encargada del seguimiento de los vuelos tripulados. Ésta última, junto a sus hermanas gemelas de Goldstone (California) y Honeysuckle Creek (Australia) separadas una de otra 120º en la esfera terrestre, aseguraban el contacto permanente con Luna (y en su caso con la nave tripulada) con el planeta. 

En una misión llevada a cabo entre los días 21 y 27 de diciembre de aquel año de 1.968, se envió desde una de las rampas de lanzamiento de cabo Kennedy [De siempre cabo Cañaveral (con “eñe” y todo) nombre tan español como la misma Florida] al Apolo 8 a orbitar la Luna. A orbitar sólo, el alunizaje aún no estaba determinado qué Apolo debía realizarlo puesto que la programación de las distintas misiones se iba haciendo en función de la consecución, o no, de los objetivos encomendados a cada a cada de ellas. Todo se hacía con una enorme concienciación, garantizando que los astronautas debían regresar sanos y salvos a la Tierra, siguiendo las palabras del presidente Kennedy pronunciadas el 12 septiembre de 1.962  en las que dijo que el pueblo americano debía comprometerse a poner un hombre en la Luna y a que regresase sano y salvo antes de que acabara la década.
 La misión constituyó un rotundo éxito. Era tanto el deseo de colocar al hombre en la Luna que, en cada una de las etapas previas que se iban cumpliendo, se incrementaba el afán por ver cumplida aquella promesa del presidente Kennedy. Con el Apolo 8 se había alcanzado la máxima expectación en la carrera lunar hasta entonces. Era la primera vez que una nave tripulada por humanos giraba en torno a Luna; la primera vez que el hombre veía con sus propios ojos la cara oculta de nuestro satélite; la primera vez también que tres personabas navegaban por el espacio a una velocidad de 40.000 kilómetros por hora, y muchos más record que sería prolijo enunciar.

El despegue de la nave se produjo el día 21 de diciembre, impulsada por un cohete Saturno V –un dechado, un verdadero “monstruo” de la ingeniería espacial-. La tripulación estaba compuesta por el comandante Frank Borman; por el piloto del módulo de mando, Jim Lovell; y el Piloto del módulo lunar, Bill Anders. Después de tres días de navegación, el día 24, alcanzan la órbita lunar, siendo la estación de Fresnedillas la primera del planeta que entra en contacto con los tripulantes, hora local : 13:26, recibiendo por primera vez las imágenes de una nave tripulada orbitando la Luna, imágenes que pronto dieron la vuelta al mundo. —Un hecho que meses después agradeció personalmente el comandante Borman, en una visita que realizó a  España para tal fin, visitando nuestras instalaciones y donde tuve el honor y la satisfacción de saludarlo personalmente-. Los astronautas completaron diez órbitas alrededor del satélite, empleando en ello algo menos de veinte horas. El regreso a la Tierra se inicia el día 25 por la noche para llegar el día 27.
Me gustaría resaltar que los astronautas llevaban en la nave un conglomerado, un tanto amorfo, constituido a base de aluminio. La finalidad de este material era acuñar medallones a la llegada a la Tierra para entregar a cada uno de los componentes del equipo humano que hicieron posible esta hazaña. He aquí que me entregaron uno, el que figura al margen de este escrito.

Pero singularmente emotivo resultó el mensaje de Navidad que los tripulantes del Apolo 8 enviaron a todos los habitantes de la Tierra en la Nochebuena. Para ello calcularon para hacerlo coincidir con la aparición de nuestro planeta en el horizonte lunar, con todo el esplendor y colorido de nuestro querido planeta azul. Fue el momento en el que los astronautas, con una voz de extraterrestres, nunca mejor dicho,  inician su mensaje:

   Nos acercamos al amanecer lunar, y, para toda la gente de la Tierra la tripulación del Apolo 8 tiene un mensaje que queremos enviarles:

En el principio Dios creó los cielos y la Tierra
 
La tierra no tenía forma y estaba vacía, y las tinieblas cubrían la faz del abismo. Y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
Y dijo Dios “Sea la luz”, y fue la luz.
           Y Dios vio que la luz era buena, y Dios dividió la luz de las tinieblas.
           
           Y Dios llamó a luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”.
        Y fue la mañana y la tarde del primer día.
      
          Y dijo Dios: “ haya firmamento  entre las aguas, y que divida
        unas aguas de otras”.
           
           Y Dios hizo el firmamento y dividió las aguas debajo del   
        firmamento de las aguas que están arriba del firmamento, y así 
        fue hecho. Y vio Dios que era bueno.
Y Dios llamó al firmamento “cielo”. Fue la mañana y la tarde del segundo día.
Y dijo Dios: Que las aguas debajo de los cielos se reúnan en un lugar, y  que surja tierra firme; y fue hecho.
Y Dios llamó al terreno seco “tierra”, y a la masa conjunta de las aguas se llamó “mar”, y Dios vio que era bueno. 
—Y por parte de la tripulación del Apolo 8, terminamos diciendo: Buenas noches, buena suerte, Feliz Navidad, y Dios los bendiga a todos, todos ustedes en la buena Tierra.
             Y de parte mía, desde aquí, desde esta pequeña parcela informativa:
 
                    Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo 2014.

 

Manuel Almagro Chinchilla

Pensamientos negativos



 

 Los Pensamientos Negativos son aquellos que nos vienen a la mente cuando nos encontramos con problemas que juzgamos irresolubles.
Los pensamientos negativos nos obnubilan la mente, se apoderan de nuestra personalidad y coartan nuestra forma de actuar. No debemos admitir que tales pensamientos se instalen definitivamente en nuestro ánimo, más que nada porque son pensamientos que defienden una falsa verdad, como es la de admitir como cierto que la fatalidad no tiene remedio.

Ante un problema que nosotros juzgamos  “sin solución” deberíamos reconducir el planteamiento y reflexionar sobre la perspectiva que nos ofrece un nuevo enunciado del problema, simplemente admitiendo algún condicionante al estilo de: “tal vez…” , “a menudo…”, “pudiera ser que…”

Las cosas suelen cambiar a menudo y, cuando esperamos lo inevitable, basta un poco de confianza en uno mismo para encontrar la salida.

No vale el desánimo prematuro, tal vez si yo fuese un poco más reflexivo y paciente, mi talante estaría más predispuesto a encontrar la solución.

Es fundamental la confianza en ti mismo, tanto como la confianza en las personas, tal vez si hicieras partícipe de tu inquietud a aquella persona que sabes que te quiere, y que la tienes marginada sin saber muy bien por qué, estarías más cerca de la solución.  

 
Son reflexiones a debatir en soledad, en un escenario que incite a la observación de la belleza y magnitud de cosas que nos rodean.
 
Desecha los pensamientos negativos y mete en esa parcela una bella imagen
 
 

Trabaja tus neuronas



      ¡3XC3L3N73 3J3RC1C10!
 
 ¡¡¡ A poner las neuronas en funcionamiento !!! 
 
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SI CONSIGUES LEER LAS PRIMERAS PALABRAS, EL CEREBRO DESCIFRARA LAS OTRAS.

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 INTÉNTALO HASTA QUE SALGA...PORQUE NUESTRO CEREBRO ES UNA JOYA,

EL QUE LO HIZO... SABÍA LO QUE HACÍA!!!

A LAS NEURONAS HAY QUE SACUDIRLAS

 

Ni blanco ni negro

                    Reflexiones con mochila  

Las cosas en este mundo no son blancas ni negras, ni siquiera son todo lo contrario. Son del color que nosotros queramos pintarlas. Si somos incapaces de vestirlas del color que queremos es señal inequívoca de que estamos perdidos, navegamos a la deriva y estamos a merced de la voluntad de otros, porque todo el mundo trata de imponer su voluntad cuando ha pintado las cosas del color de su cristal
No obstante el blanco y el negro existen, además como únicos colores básicos, de los cuales derivan todos los demás. Ya en el Génesis se nos dice que al principio todo era tinieblas y que Dios creó la luz, que resplandece en las tinieblas.

Eres libre de aceptar una duda: no saber qué fue primero, si fue la luz o fueron las tinieblas, que ya estaban creadas
Si atendemos al texto bíblico, creyendo en el creador, primero fue la luz  “…que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”, se dice.

Somos hijos de la luz, por tanto.
Quien no acepta la obra creadora le ciega la propia luz, quedando impedido para verla. Vive en tinieblas, lo cual es una elección libre.

¿Las tinieblas es la nada? ¿Qué es la nada?

 

 Manuel Almagro Chinchilla

Misa en El Salvador de Úbeda


 
                         Misa en El Salvador (escrito 11/11/2011)

La declaración de Úbeda como Patrimonio de la Humanidad y el interés turístico despertado por ello ha propiciado la creación y consolidación de infraestructuras y servicios adecuados, factores fundamentales, para recibir una riada de visitantes que no hará sino crecer día tras día. La imagen de turistas arremolinados en torno a un guía, recorriendo plazas y callejas de la amplia zona monumental, forma parte ya de la normalidad en la geografía urbana ubetense.

Como fácilmente puede comprobarse, gran parte de los monumentos que despiertan el mayor interés entre los visitantes son los que están vinculados con la religión, iglesias sobre todo, no en vano son los más suntuosos. De este modo, mecenas y arquitectos que los levantaron, quisieron rendir homenaje y dedicar lo mejor de sus vidas y haciendas en levantar la Casa del Señor.        

Desconozco, y tampoco me interesa mucho saberlo, si el grupo de turno, que recibe las oportunas y más que meticulosas explicaciones de su guía ante la fachada de una cualquiera  de nuestras iglesias, capta la espiritualidad con que fue construida y que mana sin cesar de su interior. 

El caso adquiere carácter de excepcionalidad cuando hablamos de la Sacra Capilla de El Salvador, el más universal y emblemático de nuestros monumentos, mandado a construir por D. Francisco de los Cobos, aquel preclaro ubetense que fue secretario de Carlos I (Sí, Carlos I de España) emperador del Mundo, que gozaba y ejercía de gran influencia sobre el soberano y que tras bambalinas manejaba la política y la hacienda del Estado. Actualmente el templo es propiedad de la casa ducal de Medinaceli

De los Cobos hizo El Salvador a la medida de su alma y de su bolsillo, ambos grandiosos: “por sus obras los conoceréis”.  Asistir a Misa en El Salvador es un baño en la gracia de Dios, es una invitación a participar en la Transfiguración que aparece en el altar mayor. Es todo un privilegio que no lo tuvo ni el mismísimo De los Cobos ya que la muerte le sorprendió doce años antes de la finalización del templo. Asistir a Misa en el Salvador es una integración en la suntuosidad del templo,  una sublimación para el espíritu y un deleite para los sentidos, a pesar de contar con los bancos más cutres e incómodos de todo el orbe eclesiástico ubetense.

 

Manuel Almagro Chinchilla

                      

Fallecimiento de Ramón Quesada Consuegra


El fallecimiento de Ramón Quesada Consuegra me ha causado un profundo dolor, conocía su delicado estado de salud pero no esperaba este desenlace tan apresurado. Hace tan solo unos días, los últimos del mes de agosto, estuve con él en su casa, y con su mujer María Dolores. Se le veía lleno de ilusión y vitalidad tras haber reanudado sus habituales colaboraciones en Diario JAÉN, después de una obligada pausa que le mantuvo ausente de las páginas solo unos meses, llevaba muy mal esa “abstinencia” literaria y se impone un redoblado esfuerzo para continuar en la brecha… así ha llegado hasta el final.
Quiero destacar el profundo amor que Ramón profesaba a nuestro periódico, no en vano llevaba a gala el hecho de ser el colaborador más veterano de cuantos hacen el rotativo, al que llegó de la mano de aquel redactor llamado Rafael Alcalá de las Peñas, nada menos que en el año 1957, siendo su primer artículo “Sinfonía de paz”, publicado el 12 de junio, hace cincuenta y cinco años, con un total de más de tres mil quinientos artículos hasta este año.

Me unía a él una gran amistad, fraguada a lo largo de los años en este foro común de nuestro Periódico y tengo el honor de haber sido honrado con una distinción que él otorgó solo a unos cuantos allegados, cual es “amigo del alma” y a los que se les puede enumerar, decía “con los dedos de una mano”.
Gracias , Ramón, que el Creador te tenga en su seno.

Cazorla, mi universo


                  Cazorla…, mi Universo

Cómo pasa el tiempo... Hoy he estado en Cazorla unas pocas horas, pues no era buen día para andar por la Sierra y decidí husmear por esas callejas maravillosas con olor a pueblo serrano. Como mucho alejarme del casco urbano llegué hasta el Santuario de la Virgen de la Cabeza, cuestas arriba agotadoras para el cuerpo y gratificantes para el alma, desde donde se domina toda Cazorla: el castillo de las Cinco Esquinas y el de la Yedra, San Isicio, la Loma, la Campiña, el Valle…, y en el horizonte: Úbeda, Baeza, Sabiote, Iznatoraf…

Hacía mucho frío, no estaba nublado y la Sierra vestía el blanco de una nevada tardía. Me quedé a comer en el pueblo, desechando el austero y preceptivo menú de la mochila que cansinamente se repite cada día de marcha. “Total un día es un día –me dije- y no hay nada mejor que encontrarse la mesa puesta con un menú serrano, un buen vaso de vino tinto y prescindir de fregar platos. Que me lo pregunten…”

En el sosiego de la sobremesa pensaba, como casi siempre que intencionadamente busco la oportunidad, en aquellos tiempos que viví aquí, veinticinco años, desde que llegué a Cazorla en 1983 hasta que abandoné Pozo Alcón en 2008. Tiempos en los que hacía frecuentísimas marchas por la Sierra en invierno y en verano, desafiando fríos, calores, nevadas, rayos y también miedos…, muchos miedos; cobijándome de la adversidad y de las inclemencias bajo cualquier abrigo rocoso, donde he tenido que pasar más de una noche.

Descubrí que la Sierra incitaba mi afán de aventura, me acrisolaba en lo físico y me henchía el alma, llegaba a la sensación de plenitud, era como encontrar algo que siempre estuve buscando, sin más límite que el cielo, el Sol y la Luna. Incontables parajes inéditos, abruptos y de difícil localización incluso para bregados montañeros, he tenido el privilegio de retenerlos para la posteridad en mi cámara de fotos. Aunque tenía como más importante la absoluta necesidad de guardar todas esas vivencias, que bien iba buscando o me salían al paso, en el “archivo” personal blindado que traspasa la mochila y solemos llevar en lo más profundo del conocimiento, para disponer de él en un futuro que irremediablemente debía de llegar.  

Es una época a la que me resisto contemplarla en pasado y no quiero pensar que no volverá. No sé cómo he dado lugar a esta ausencia tan prolongada, ni sé cómo he estado para dejar el piso que le tenía alquilado a Sisita, con unas vistas panorámicas excepcionales, como creadas expresamente para un cuento de hadas, del castillo de la Yedra y que se podían contemplar incluso metido en la cama.  Qué buenos recuerdos tengo del piso y de la dueña, nos profesábamos recíprocamente un amor sincero, fraternal y desinteresado.  Cómo olvidar aquellos tiempos vividos con Ana, cabalgando juntos con fulgurante pasión por los más alejados y fantasmales confines del universo de nuestro amor serrano. 

Pero inexorablemente el tiempo pasa y pesan los años, las precauciones ante un accidente en solitario se extreman, la meteorología adversa aparece ya como una barrera casi insalvable, dormir a la intemperie teniendo por cabecera una piedra te parece ya una locura… Las circunstancias son otras; y, sobre todo, pesa el condicionante de que la familia… es la familia.  

El pasado ya no se puede reconstruir. La historia no se repite, reporta experiencia y madurez.  Sisita murió y sus hijas no son como ella; que Dios la tenga en su Gloria, jamás la podré olvidar. Y Ana vive en la volatilidad de la lejanía de un imborrable recuerdo, añorando, como yo, una senda perdida que no se ha podido recuperar.

Todo esto tiene como hilo conductor la Sierra. Es el eje sobre el cual gira la historia de estos recuerdos. Viendo estas líneas me viene a la mente que podría escribir los relatos sobre aquellas marchas por la Sierra, agotadoras, desconocidas, arriesgadas, expectantes… que se han ido acumulando con el paso del tiempo y que ahora reposan en ese “archivo” esperando que llegara aquel futuro que veía lejano y que ya se ha tornado en presente.

La nostalgia no es buena compañera de aventuras y menos en el mundo que se me abre ahora. Un mundo nuevo, inexplorado, inmenso, inagotable, que traspasa aquella conocida frontera del cielo, el Sol y la Luna, y que alguien me ha llevado de la mano hasta el umbral:

       “Mira en tu interior y verás el Universo”