Estampas "ubedíes" III

Publicado el 24/05/2008 en "Úbeda Información"
San Isidro quiso dejar el terreno bien regado para salir en procesión. En los días que van desde la traída de la Virgen de Guadalupe, uno de mayo, hasta san Isidro, quince de ídem, ha caído mas agua que todo lo que va de año. Y es que la Chiquitilla, de toda la vida de Dios, ha sido depositaria de súplicas y plegarias de los ubetenses implorando la lluvia para estas resecas tierras de la Loma; resecas incluso en aquellos tiempos de la inexistencia del fatídico “cambio climático”. Eran otros tiempos. Hemos pasado del par de mulos y la borriquilla para el ato, a unos supertractores mostrencos, más dóciles y fáciles de gobernar que la ancestral yunta. Aún perdura en el recuerdo de muchos a la Virgen de Guadalupe procesionada en rogativas. Nuestros “papihonraos”, aquellas gráciles figuras, siluetas esculpidas por el trabajo del campo, curtidas por la brisa de nuestro mar verde plateado de olivas y el aire de los rastrojos, hoy son señores de peso, en el bolsillo; que sacan a san Isidro, como este año para agradecerle la traída de las lluvias. Una procesión lúcida en un espléndido día de primavera, pero un tanto humilde. “La Humildad”, como pregonaba en un cartel una de las dos carrozas (sólo dos), era la mejor definición del cortejo motorizado que acompañaba al Santo, a pesar de la ostentación de unos impresionantes tractores que hacía resaltar aun más la falta de calor humano, dinamismo y alegría en la caravana: ni un solo ser humano sobre las carrozas, salvo los conductores. Al fin y al cabo tampoco es que estuviera tan mal, ya que la Humildad es una gran virtud. La otra carroza, bellamente adornada, reproducía un paisaje campesino de la Mancha con sus molinos de viento y todo. No tiene nada que ver con nuestros campos ni con nuestros agricultores, pero es muy “ubedí” introducir costumbres y tradiciones foráneas e ignorar las nuestras. Es como dice mi amigo Loren: “hay que renovarse”, “hay que estar al día”, por eso en su cofradía, en la próxima Semana Santa, van a sacar un Crucificado , según dice, “como se saca en Málaga”. Y añade muy ufano: “vamos a dar el bombazo”; ya hacen cursillos acelerados “para estar al día con lo de Málaga”, ¡patético!, ¡Qué paisanaje!, cualquier día echan abajo El Salvador para hacer apartamentos con plazas de garaje y vistas al Guadalquivir.

Otra imagen que nos llega a la Atalaya es la de nuestro nunca bien ponderado Eduardo Jiménez Torres, nuestro querido paisano “Zorrica”. También tiene motivos para sublevarse en contra de sí mismo, porque ya está harto de luchar contra los elementos. Incansable, voluntarioso, desprendido, recalcitrante defensor de todo lo ubetense que ha logrado reavivar el culto a san Miguel. A instancias suyas tenemos una procesión con la imagen de nuestro patrón. Asimismo propició la reparación de la imagen de piedra del Arcángel, caída de su hornacina de la fachada del antiguo Ayuntamiento (actual Conservatorio). Monumento que está “exigiendo” su reposición, pareja al otro patrón, san Juan de la Cruz. Nuestro buen Eduardo encontró la imagen reparada en el Archivo municipal, ¿Qué pintará ahí? ¿Para cuándo llevarla a su lugar? ¡maldita deuda…!.

Una imagen amorosa y humana es la que nos ofreció el auditorio del Hospital de Santiago con la presentación del libro “Cien Poemas de Amor”. Su autora, Luisa Barba Campos, dedica su vida a actividades espirituales, colaborando activamente desde el seno de la Iglesia con varios grupos católicos: “Llama de Amor Viva”, “Amor Divino”, “Renovación Carismática” y otros. Impresiona su enorme caudal cultural y humano y su gran vitalidad. Mañana día 25 de mayo cumple Luisa sus ochenta y seis años, nuestra más sincera felicitación y animarla a que siga en la brecha para seguir aumentando lo que será un gran legado para la posteridad.
Hemos acogido con enorme entusiasmo este libro con tus poemas; que, por cierto, lo abre un verso de san Juan de la Cruz, con el cual puede quedar definida fielmente tu personalidad: “El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa ni descansa”.
Y como despedida queremos reproducir unos versos de uno de tus poemas, que titulas “De ti, me puedo fiar, Señor”, que dicen así: “Yo iré contigo Señor / Donde me quieras llevar / Que sólo de ti me fío / Que eres de quien me debo fiar.

Manuel Almagro Chinchilla

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