Hola, Diego

No puedo olvidar el encuentro que hemos tenido esta mañana y me he decidido a dejar plasmado en este escrito algunas reflexiones sobre las pocas palabras que intercambiamos. Pocas, no por nada, simplemente porque nos vemos con relativa frecuencia y realmente tampoco había mucho que decir. Pero tenía yo como una especie de espinilla clavada dentro, o quizá la tengo todavía. El motivo es que más de una vez, desde que nos vemos las últimas veces, digamos que desde hace casi dos años, noto cierta tirantez en tu trato hacia mí. Sé por lo que es: hace algunos meses me hiciste algo más que una insinuación de los motivos, aunque en aquella ocasión no nos paramos mucho a hablar sí adiviné verte un tanto enojado y capté tu estado de tensión.: Se trata de tu enfado por mis artículos en el periódico en los que crítico con dureza la política que viene haciendo en Úbeda el partido socialista, tu partido.
Esta mañana he querido entretenerme contigo provocando una fugaz conversación con el fin de determinar en qué situación te encontrabas con respecto a mí. A mí me dio mucha alegría al verte y coincidir contigo en la Plaza Vieja a la altura de Tejidos Berlanga. Noté que a ti te pasaba igual y así nos lo hicimos saber recíprocamente con un buen estrechón de manos. Bueno, pues te repito: me ha dado mucha alegría porque se me han borrado las sospechas de que tú pudieras tener algo en contra de mí.

Sabes, como yo, que nuestra relación no fue la de unos grandes amigos, tampoco la de unos simples conocidos, ya que se cernió en torno al trato que tuvimos durante algún curso, creo que dos, en la Escuela de Maestría. Eran aquellos años en los que la dictadura estaba en todo su apogeo, alrededor de los últimos de la década de los 50 y cuando la OJE o el Frente de Juventudes organizaba aquellas competiciones de atletismo. Recordarás que éramos los mejores atletas. Yo gané la copa del año 60; y tú, no estoy seguro, la del 59. Siempre pensé que aquella copa te la dieron para “congraciarse” contigo, o para “captarte” y que formaras parte de Falange. Entonces me enteré que tu padre no era aquello que se decía “ser adicto al régimen” porque era socialista y cada vez que Franco venía a Úbeda, de visita o pasaba por aquí para cazar en la sierra de Cazorla, lo metían en la cárcel. Debieron ser unos años muy duros para ti y para tu familia. Recuerdo a tu hermano Jeromín, que en Gloria esté, que acusaba en la cara la situación que estabais viviendo.
Después yo ya me fui de Úbeda y no he vuelto de una manera estable hasta hace tres años. No obstante seguí todo el drama laboral que vivisteis en Fuentes Cardona. A pesar de la ausencia siempre nos hemos tratado con todo el afecto del mundo. Últimamente también me enteré, porque me lo dijiste, que te habías separado. Otro gran problema a tu edad, que también es la mía y también estoy separado además por dos veces. Te digo que es un problema porque a todos los separados que conozco, amigos y familiares, viven un auténtico drama; no yo, que para mí ha sido una liberación, sobre todo la primera vez. Por eso, cuando te he visto alguna vez de esa manera tan rápida, he querido adivinar en tu expresión un rictus de preocupación y tristeza; y, francamente, lo he sentido en mi interior.

Esas son las razones que me han motivado a salir al encuentro tuyo y hablar un poco más despacio. Ya sabes el resultado: no tenemos nada de enemigos, a pesar de decir de mis artículos que son escopetas de 18 cañones. En política no estaremos muy de acuerdo, pero nuestra amistad y nuestras relaciones están por encima de ella. Así lo hemos sellado con un gran apretón de manos.

Un abrazo, Diego 13/01/09

MACH 13/01/09

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