Cien Artículos, Cincuenta Años . Presentación del libro de Ramón Quesada Consuegra

Publicado el 14/06/2008 en "Úbeda Información"

El pasado día doce de junio tuvo lugar en La Carolina el acto de presentación de un nuevo libro de mi amigo Ramón Quesada Consuegra, “Cien Artículos, Cincuenta Años”. La obra recoge une selección de cincuenta artículos de entre los más de cinco mil que Ramón tiene publicados en el diario JAEN en los últimos cincuenta años (1957 – 2007), de ahí el título. El volumen no difiere en gran medida de otro cualquiera, atendiendo a su formato moderno, pero sí distinto en cuanto a la concepción de su contenido. Si admitimos la conocida sentencia de que “escribir un libro es como tener un hijo”, nos encontramos con una “criatura” que ha estado en gestación durante cincuenta años, y de ahí la excepcionalidad de esta obra.
Decía nuestro paisano Antonio Muñoz Molina, con el pragmatismo que le caracteriza, que “escribir un libro es algo muy complicado”. Bien sabe un escritor, de desvelos, de inspiraciones, de argumentos, del uso de la buena retórica y en general de toda la trama literaria que debidamente ordenados, con la especificidad creativa del autor, da como resultado la finalización feliz del libro, no sin antes, y en la mayoría de los casos, haber cumplido con unos condicionantes de plazos que rinden culto al tiempo y a la fecha, verdaderos Becerros de Oro de la sociedad actual. Son trabajos ímprobos, verdaderamente creativos, que marcan estilo, que definen incluso una personalidad concreta. Son creaciones literarias en las que necesariamente quedan marcados jirones de la propia vida y rasgos personales de su autor. Así, debemos admitir cierta reciprocidad en el sentido de que si el autor crea al libro, el libro define al autor. Los Cien artículos seleccionados, que encontramos en este tomo, son cien expresiones distintas que perfilan la realidad de nuestro mundo más próximo, y nos dan cien veces la oportunidad de ir remarcando la personalidad de su autor. Tuve la suerte y el honor de haber sido designado para realizar la presentación de la obra, así como para hacer la selección de los artículos y les puedo asegurar que no fue fácil elegir sólo cien, de entre más de cinco mil de esos pregones porque siempre te queda el resquemor de haber dejado atrás al más interesante. No fue fácil priorizar sólo cien de esas publicaciones, pero sí enormemente gratificante repasar ese cúmulo de manifiestos que ocupan ocho tomos mecanografiados, dirigidos con puntual periodicidad a la sociedad ubetense, principalmente, con esquemas costumbristas, históricos y biográficos.
Con la prosa que caracteriza al autor, vamos recorriendo cada uno de sus artículos, que obviamente no voy a exponer, pero sí mencionar algunos cuyo simple título puede ser toda una editorial, como el que le dedica a Úbeda y Baeza, “Tómalas y goza, Humanidad” con motivo de la declaración conjunta de Patrimonio, siendo el titular que dio con el mayor placer. O al que se refiere a la desafortunada intervención de la torre de Poniente del Hospital de Santiago, que no se parece en nada a la imagen original, y que publicó con el título “Esta no es mi Torre”. Uno se lo dedica a su amigo Vica, José Villar “A Vica le va la Marcha”. Otro para los feos “Más feos que Picio”. La anécdota también tiene su espacio en la obra, en donde quiero resaltar a “El Gato de Don Francisco”, don Francisco de los Cobos, claro, secretario de Carlos I, y uno de los más brillantes personajes de la historia de Úbeda, quien tenía especial predilección por estos felinos, regalando uno de los de Angora al príncipe de Nápoles, por lo que el preciado animal debió emprender el viaje hasta su destino italiano, bajo la custodia de don Francisco de Salamanca. Nuestro autor, después de relatar las peripecias del ajetreado camino, en el que por cierto feneció el minino, esboza la Úbeda del año 1535 en plena efervescencia Renacentista y la de los personajes que la hicieron posible. Y para que nada se quede en el tintero, también aborda los fenómenos paranormales en su artículo “Los duendes del hospital”, del anteriormente mencionado Hospital de Santiago.
Pero prefiero que continúen leyendo ustedes, que como buenos lectores saben leer entre líneas, debemos saber qué nos dicen los espacios en blanco, qué reflexiones nos traen las pausas entre artículo y artículo. Y así nos encontramos que se transluce la trayectoria de una persona profundamente enamorada de la vida. Con una persona abierta, expresiva, constante y de fuerte voluntad. Ya, desde su infancia, huérfano de padre, a Ramón le hervía en las entrañas la expresividad. No sabía aún escribir y, en el horno de su abuelo, pintarrajeaba con los tizones de leña las viejas baldosas de cerámica de la panadería, para enojo de su viejo predecesor que no consentía que le ensuciara el suelo. Ramón plasmaba entonces su mundo conocido: personajes, casa, animales, monumentos… Que modificaba a su antojo, quitaba y ponía o creaba otros nuevos. Hasta que un buen día, cuando ya tuvo la edad adecuada, cogido fuertemente de la mano, fue llevado por su abuelo a la Escuela de Artes y Oficios. Buenos trabajos llegó a realizar, primero a carboncillo, después a óleo que él mismo componía con tierras de colores. Pero a Ramón ya le había encandilado la literatura. Las novelas del Coyote eran las más accesibles y una vez leídas las sometía a las mismas operaciones de quitar y poner, modificar y crear personajes y situaciones nuevas. Pronto empezó a colaborar en revistas locales, como “Vibraciones” y otras. No ha habido cofradía o asociación que no haya acudido a Ramón en busca de alguna colaboración literaria. Sentía cierto rubor pensar que un día su nombre y apellidos pudieran aparecer en papel impreso a la vista de miles de personas, por eso los primeros artículos los firmaba con el seudónimo de Ramón de Alba. Seudónimo con el que llegó a Diario JAEN, a la edad de 27 años, de la mano del redactor Rafael Alcalá de las Peñas, en un episodio inolvidable que Ramón lleva gravado en lo más hondo de su corazón. En uno de los viajes que el citado redactor hizo a la capital de la Loma, le fue presentado a Ramón: “Aquí tienes a un escritor y futuro periodista” –le dijeron al del periódico-- y éste apremió a Ramón para que le entregara un artículo, el cual fue publicado al día siguiente con el citado seudónimo de Ramón de Alba. Era el día 12 de junio de 1957; el título del artículo, “Sinfonía de Paz. Desde entonces, ininterrumpidamente, Ramón ha venido publicando en el periódico provincial todos sus artículos, siendo actualmente el colaborador más antiguo de cuantos escriben en el rotativo.
Y los espacios en blanco nos siguen descubriendo facetas poco conocidas, como su afición poética, género que no ha cultivado pero del que puede ofrecer algunas y destacadas muestras. Su faceta deportiva nos lleva hasta el C.F. Úbeda, al que recuperó de sus cenizas en 1972. En 1978, el equipo ubetense estrena himno, con letra de Ramón Quesada Consuegra y música de Manuel Antonio Herrera Moya.
Pero a cada cual lo suyo, porque Ramón le debe mucho a María Dolores Garrido Vico, su esposa, su mujer, su confidente, su consejera, su musa, su correctora. La obra de Ramón hubiera sido de otra manera si no hubiera sido por la comprensión y apoyo de tan infatigable colaboradora. Por eso os debo decir: María Dolores y Ramón, Ramón y María Dolores, muchas gracias por el libro.

Manuel Almagro Chinchilla

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