Estampas "ubedíes", 5

Publicado el 21/06/2008 en "Úbeda Información"
Es una pésima imagen, una mala estampa, la que da una ciudad con pintadas. En un sistema democrático, y por consiguiente con libertad de expresión, opinión y manifestación, una acusación a través de una pintada en la pared, como la que se ha hecho al concejal Juan Clemente, no tiene credibilidad alguna para cualquier persona que cuente con un mínimo de sentido común. Las acusaciones serias, graves, debidamente fundamentadas, no se hacen con pintadas sino públicamente con una firma debajo y en el juzgado, además por obligación. No digo que no sea grave esa acusación, que lo es, digo que para mí y probablemente para nadie pueda tener credibilidad alguna; merece la misma credibilidad que cualquier panfleto anónimo hecho con nocturnidad y alevosía. Este hecho ha puesto de actualidad, si es que alguna vez no la tuvo, el asunto de las pintadas y la impunidad con que actúan sus autores. Éstos “grafiteros”, al parecer, siempre llevan las de ganar, nadie los coge, si es que se les persigue, y en este caso se estarán frotando las manos porque al menos han logrado enojar a cualquier persona honesta, a toda la clase política ubetense y muy especialmente a los socialistas. Las pintadas deben ser erradicadas por completo de una ciudad que es patrimonio de la Humanidad. Úbeda debe aparecer con una imagen especial de pulcritud, que denote mimo, preocupación y cuidado. Ahora que al equipo de gobierno le aprieta el zapato debería echar el resto para localizar al responsable o responsables de estas pintadas y llevarlos ante el juez. Con el mismo celo hay que actuar contra los responsables del resto de pintadas y no consentir ni una más.
La política no se hace en las paredes con pintadas, porque sería darle una categoría a los “grafiteros” que no la tienen ni la merecen. No hay que entrar al trapo, hay que perseguirlos como a vulgares y presuntos delincuentes.
Tampoco es que pueda decirse que Juan Clemente esté sometido desde hace tiempo a un “desagradable acoso”, como dicen sus compañeros de partido. Más bien, a lo que está sometido el concejal es a un intenso agobio en gestionar tantas áreas de poder como ha acaparado. Y como entre las virtudes de Juan Clemente, a juzgar por los resultados, no está precisamente la de resolver conflictos, lo prudente y lo aconsejable sería, en beneficio de todos, que dimitiera o que alguien que tenga más poder que él (que seguro lo tiene que haber) que lo cese.

La Bienal de Anticuarios, en su decimotercera edición, también nos ha ofrecido una triste estampa: “fracaso total”, se lamentaban algunos compungidos participantes. A las grandes obras les pasa lo que a la fama, cuesta mucho en conseguirla y, por el contrario, se deshacen en un santiamén. Las quejas eran generalizadas; algunos venidos desde La Coruña, que no creo que los vuelvan a pillar en otra. El revés sufrido ha sido considerable y ha habido quien ha vaticinado que la Muestra está herida de muerte y no levantará la cabeza, si es que la levanta, en muchos años. Se atribuyen varias causas al fracaso: El cambio de la fecha habitual que, aunque ha sido elección de la Organización, quizás no han tenido otra opción al estar el local ocupado por una más que interminable exposición de “Tierras del Olivo”, de cuatro meses de duración. También se cuestionaba la idoneidad del local, por poco espacio. En la edición anterior ya se acusaba un excesivo aglomerado de objetos. A este respecto había que reconsiderar el destinar el antiguo cuartel de caballería de Recría y Doma, (Academia de la Guardia Civil) como el mejor Palacio de Congresos y Exposiciones que pueda tener Úbeda, con un mínimo coste de rehabilitación, dada su infraestructura de grandes naves diáfanas. En cuanto a la propaganda hecha del evento, también ha recibió fuertes críticas, a pesar de que la concejala de Cultura, Elena Rodríguez, dice haberse gastado doce mil euros; pese a ello, la pequeña revista semanal más popular, gratuita, y que llega hasta el último rincón de la Loma, anunciaba en su portada a bombo y platillo la Feria del Caballo de Jaén. Pero bueno, eso se debe, al menos así se le fue explicado a los anticuarios que no daban crédito a lo visto, a un comportamiento típicamente muy “ubedí”.

Manuel Almagro Chinchilla

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