Felicitaciones lunares
Traigo hoy en la mochila
el recuerdo de unas felicitaciones de Navidad que me llegaron desde la cara
oculta de la Luna; hace, exactamente por estas fechas, la nada despreciable
cantidad de tiempo de cuarenta y cinco
años, casi medio siglo.
Acababa de entrar a trabajar en la NASA. Sí, en la
National Aernautics and Space Administratión.
Desarrollaba
mis funciones en la Estación Espacial de Robledo de Chavela (Madrid) Un complejo
con tres instalaciones: una en el propio Robledo, otra en Cebreros (Ávila) y la
otra en Fresnedillas de la Oliva, también, como la primera, en la provincia de
Madrid. Cada una de ellas con sus antenas específicas, ya que tenían asignadas
misiones diferentes. Yo trabajaba en la de Fresnedillas, encargada del
seguimiento de los vuelos tripulados. Ésta última, junto a sus hermanas gemelas
de Goldstone (California) y Honeysuckle Creek (Australia) separadas una de otra
120º en la esfera terrestre, aseguraban el contacto permanente con Luna (y en
su caso con la nave tripulada) con el planeta.
En una misión llevada a cabo entre los días 21 y 27 de
diciembre de aquel año de 1.968, se envió desde una de las rampas de
lanzamiento de cabo Kennedy [De
siempre cabo Cañaveral (con “eñe” y todo) nombre tan español como la misma
Florida] al Apolo 8 a orbitar la Luna. A orbitar sólo, el
alunizaje aún no estaba determinado qué Apolo debía realizarlo puesto que la
programación de las distintas misiones se iba haciendo en función de la
consecución, o no, de los objetivos encomendados a cada a cada de ellas. Todo
se hacía con una enorme concienciación, garantizando que los astronautas debían
regresar sanos y salvos a la Tierra, siguiendo las palabras del presidente Kennedy
pronunciadas el 12 septiembre de 1.962
en las que dijo que el pueblo americano debía comprometerse a poner un
hombre en la Luna y a que regresase sano y salvo antes de que acabara la década.
La misión
constituyó un rotundo éxito. Era tanto el deseo de colocar al hombre en la Luna
que, en cada una de las etapas previas que se iban cumpliendo, se incrementaba
el afán por ver cumplida aquella promesa del presidente Kennedy. Con el Apolo 8
se había alcanzado la máxima expectación en la carrera lunar hasta entonces.
Era la primera vez que una nave tripulada por humanos giraba en torno a Luna;
la primera vez que el hombre veía con sus propios ojos la cara oculta de
nuestro satélite; la primera vez también que tres personabas navegaban por el
espacio a una velocidad de 40.000 kilómetros por hora, y muchos más record que
sería prolijo enunciar.
El despegue de la nave se produjo el día 21 de
diciembre, impulsada por un cohete Saturno V –un dechado, un verdadero
“monstruo” de la ingeniería espacial-. La tripulación estaba compuesta por el
comandante Frank Borman; por el piloto del módulo de mando, Jim Lovell; y el Piloto del módulo lunar, Bill Anders.
Después de tres días de navegación, el día 24, alcanzan la órbita lunar, siendo
la estación de Fresnedillas la primera del planeta que entra en contacto con
los tripulantes, hora local : 13:26, recibiendo por primera vez las imágenes de
una nave tripulada orbitando la Luna, imágenes que pronto dieron la vuelta al
mundo. —Un hecho que meses después agradeció personalmente el comandante Borman,
en una visita que realizó a España para
tal fin, visitando nuestras instalaciones y donde tuve el honor y la
satisfacción de saludarlo personalmente-. Los astronautas completaron diez
órbitas alrededor del satélite, empleando en ello algo menos de veinte horas.
El regreso a la Tierra se inicia el día 25 por la noche para llegar el día 27.
Me gustaría resaltar que los astronautas llevaban en la
nave un conglomerado, un tanto amorfo, constituido a base de aluminio. La
finalidad de este material era acuñar medallones a la llegada a la Tierra para
entregar a cada uno de los componentes del equipo humano que hicieron posible
esta hazaña. He aquí que me entregaron uno, el que figura al margen de este escrito.
Pero singularmente emotivo
resultó el mensaje de Navidad que los tripulantes del Apolo 8 enviaron a todos
los habitantes de la Tierra en la Nochebuena. Para ello calcularon para hacerlo
coincidir con la aparición de nuestro planeta en el horizonte lunar, con todo
el esplendor y colorido de nuestro querido planeta azul. Fue el momento en el
que los astronautas, con una voz de extraterrestres, nunca mejor dicho, inician su mensaje:
—
Nos acercamos al amanecer lunar, y, para
toda la gente de la Tierra la tripulación del Apolo 8 tiene un mensaje que
queremos enviarles:
En
el principio Dios creó los cielos y la Tierra
La
tierra no tenía forma y estaba vacía, y las tinieblas cubrían la faz del
abismo. Y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
Y
dijo Dios “Sea la luz”, y fue la luz.
Y
Dios vio que la luz era buena, y Dios dividió la luz de las tinieblas.Y Dios llamó a luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”.
Y fue la mañana y la tarde del primer día.
unas aguas de otras”.
Y Dios hizo el firmamento y dividió las aguas debajo del
firmamento de las aguas que están arriba del firmamento, y así
fue hecho. Y vio Dios que era bueno.
Y
Dios llamó al firmamento “cielo”. Fue la mañana y la tarde del segundo día.
Y
dijo Dios: Que las aguas debajo de los cielos se reúnan en un lugar, y que surja tierra firme; y fue hecho.
Y
Dios llamó al terreno seco “tierra”, y a la masa conjunta de las aguas se llamó
“mar”, y Dios vio que era bueno.
—Y
por parte de la tripulación del Apolo 8, terminamos diciendo: Buenas noches,
buena suerte, Feliz Navidad, y Dios los bendiga a todos, todos ustedes en la
buena Tierra.
Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo 2014.
Manuel Almagro Chinchilla
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